EXTRAÍDO DE LA MENTE DE LAS CÉLULAS
Este texto es una breve porción del libro mencionado que a su vez es
una breve introducción a la formidable agenda de Madre con sus 13 tomos.
Madre fue la visionaria compañera espiritual del también visionario
Sri Aurobindo. Juntos vislumbraron hacia donde se dirige la especie humana,
esta transformación que algunos llaman la ascensión, el despertar de conciencia
–ellos lo llamaron conciencia supramental–.
Madre, durante sus últimos 25 años (se fue en 1973) hizo el experimento
de zambullirse y vivenciar en su propio cuerpo de qué se trata esta nueva especie. Ella supo
que esta transformación no es espiritual sino física, y por lo tanto se opera en las células.
Su experimento fue dictado a Satprem, su ‘escriba’,
día a día y conforma la Agenda.
y ahora estos párrafos sustanciosos.
LAS CAPAS MENTALES
pag. 69
«El descenso al cuerpo para llegar a percibir la célula... para
experimentar la célula hay que atravesar primero todo lo que la recubre, capas
y capas opacas. La primera es la capa intelectual –es donde vivimos
normalmente– . Es evidente que todas las filosofías, las religiones, las ideas
no tienen nada que ver con el cuerpo. Esa capa aparentemente no es nada, es
como el aire que respiramos pero es un enorme barullo. Es necesario que todo
eso se calle. El silencio mental es lo primero.
Cuando esa capa esta un poco clarificada veremos surgir una segunda
capa que se hace patente cuando no está embellecida por el alboroto superior de
las ideas y de las noblezas filosóficas o humanitarias: es la capa de la mente
emotiva. Es algo ya más pegajoso, que tampoco tienen nada que ver con el
cuerpo. Segunda operación: la pacificación de la mente emotiva. Esto ya es más
complicado.
Cuando esa capa esté un poco clarificada y apaciguada surgirá una
tercera capa que hasta entonces estará mezclada con las dos capas superiores:
la capa sensorial, la que gobierna
nuestras reacciones. Allí hay toda una serie
de 'pantanos con sus alimañas'. Aún no estamos en el cuerpo pero nos acercamos. Todas
esas sensaciones de fatiga, de sueño, de atracción, de agresión, de contracción
y relajación, allí todo hormiguea. Y nos damos cuenta que todo eso está
dictado por los hábitos, el medio, la educación, todo un barullo que no tiene
nada que ver con el cuerpo y que está como adherido a él...
...Hasta que se comprenda que todos los cuerpos son tu cuerpo…. En cuanto
hay una reacción de ‘yo’ en el cuerpo se levanta la pared al instante, esa ha
sido toda la historia evolutiva desde que un primer ser unicelular tejió su
membrana protectora...
¿Cómo hay que ser para ser la próxima especie? ¿Qué es lo importante
para la próxima especie? Lo sabremos cuando lleguemos. Las vértebras del cóccix
son un residuo sin importancia de un órgano que era muy importante para los
monos.
... Son todas las cosas que consideramos sin importancia, es toda esa masa
de cosas la que impide la transformación física y puesto que son cosas
pequeñísimas se considera que no requieren especial cuidado, por eso son los
peores obstáculos. Me estoy refiriendo a personas esclarecidas, que viven en la
verdad, que tienen la aspiración y que se preguntan por qué si tienen la
aspiración tienen unos resultados tan pobres. Ahora lo se. Esos pobres
resultados son porque no se da suficiente importancia a esas pequeñísimas cosas
que pertenecen al mecanismo subconsciente y que hacen que en el pensamiento
seas libre, en el sentimiento seas libre, incluso seas libre también en el impulso y que
físicamente seas un esclavo. Hay que deshacer todo eso. Deshacer y deshacer. No
es más que un mecanismo del hábito, pero se agarra, se pega. Podríamos llamar a
nuestro mundo el mundo de los malos hábitos… Pertenecer a la vieja estupidez…
… La muerte, el alimento y el dinero… esta nueva conciencia mía tiene la impresión de
que esas son las tres únicas cosas más ‘formidables’ en la vida humana, que la
vida humana gira alrededor de esas tres cosas: comer, tener dinero y morir.
para la conciencia eso es el resultado de un estado totalmente transitorio y que no corresponde a
algo muy profundo ni permanente. Entonces esta conciencia le enseña al cuerpo a
existir de otra manera.
Incluso todos esos momentos que se pueden tener en la vida, una
escapada a la conciencia inmortal, el contacto con una verdad, todas esas
experiencias están muy bien, son muy agradables pero no son eso, el verdadero
sentido de la vida…
Estamos justo al borde de la vida humana, ante ‘algo’ que no existe en
el animal y que ha causado toda la complicación de la vida humana, todo su
no-saber, su dolor, su separación, sus enfermedades, toda esa ‘desgracia’ que a
fin de cuentas es nuestro verdadero poder para salir de ahí porque nos ha
obligado a llegar hasta el fondo para encontrar la clave. Es la barrera y al
mismo tiempo el paso hacia un descubrimiento más radical todavía, una capa más
profunda: la mente celular que contiene el poder de deshacer, no sólo nuestros
viejos hábitos de desgracia, sino de deshacer también el hábito típico de cada
especie y finalmente el viejo hábito de morir. »
... y luego está la capa de:
LA MENTE FÍSICA
«Esta mente física rige el más mínimo de nuestros gestos, sólo que no
lo percibimos. Y si lo percibimos lo ahogamos debajo del barullo de nuestros
nobles pensamientos, de nuestras noblezas superiores que acaban hundiéndose por
no haber tenido en cuenta a este microscópico energúmeno. El mayor
descubrimiento es descubrir el impedimento.
Si cada especie hubiera sabido lo que impedía la próxima especie,
enseguida hubiera logrado trastocar todos sus valores y encontrado el paso. Para
eso hay que sentirse incómodo en la propia especie. Hay que comenzar a
sofocarse un poco, tal es nuestro privilegio entre todos los animalitos que con
tanto agrado dan vueltas y más vueltas en su pecera. Si unos pocos peces no
hubieran empezado a asfixiarse en sus pantanos resecos, no habrían inventado la
respiración pulmonar, ni transformado sus aletas natatorias en patas par
hacerse anfibios…
… Esta mente física es precisamente la que nos sofoca implacablemente,
insidiosamente. Es nuestra jaula. Es la pared misma de nuestra pecera humana.
No tenemos ninguna necesidad de mutaciones extraordinarias para salir de
nuestra pecera: necesitamos sofocarnos lo suficiente como para encontrar el
medio. Quizás nuestra especie está llegando precisamente al tiempo del sofoco.
Por lo menos la parte superior de esta mente física es la que repite
hasta la saciedad microscópicos pensamientos materiales, como un viejo que
habla solo. El disco rayado. Y lo repite todo: el menor gesto, el menor trozo
de una frase, el tropezón en la escalera y se acuerda de ello veinte años
después, con la máxima exactitud.
Es infinitesimal, como la punta de un alfiler, se introduce en
cualquier rincón de materia y traza su surco, repitiéndolo a perpetuidad.
Estamos surcados de arriba abajo y hasta en el más mínimo nervio por esa
mecánica, hasta en nuestras células. Estamos cubiertos y tejidos por esta mente
física. Es la que todo lo fija; sin ella nos olvidaríamos quizás de que somos
una especie uncida para siempre a esta forma material y a la muerte, pues ese
es precisamente su labor: sujetarnos a la materia.
Su segunda cualidad, que conocemos un poco en sus partes superiores y
visibles es el miedo. Le tiene miedo a todo: ‘cuidado no te pusiste la bufanda
te vas a resfriar’ ‘cuidado vas demasiado rápido, puedes tropezar’ ‘cuidado, no
puedes hacer eso porque…’ no-puedes no-puedes no-puedes… es una mente llena de
no-puedes. Incluso si pudieras no te dejaría poder y por eso no podemos.
Resumiendo, es ella la que vigila los límites de la pecera. Es la
guardiana de la prisión. ‘además el medico dijo… el profesor dijo… el
diccionario dice, el biólogo dice… todo el mundo lo dice. Su lógica nos lleva
derecho al nido deseado: la muerte. Todo tiende ahí no a la conservación de la
especie sino a la conservación de la muerte. »
y sigue...