El estado de inspiración es una iluminación de la mente, cuando
la mente se sosiega y deja lugar para que la Mente Cósmica venga a nos con su imaginario universal. Así los
artistas, los científicos, los visionarios, los místico, los magos, los
organizadores y regentes del mundo, pueden ser recipiente de algo espléndido,
nuevo, original, constructivo; algo que en realidad es adecuado al momento y proviene
del útero de la Gran Madre Misterio. Otra forma de llamar a la Fuente.
Procurar este estado de inspiración tendría que ser el
núcleo de la escuela primaria, secundaria, universitaria y de todas las
academias de arte, en todos sus niveles. Además de los gabinetes ministeriales,
corporaciones, oficinas, fábricas, hospitales, etcétera.
La aplicación de la inspiración nos llevaría a crear. Nos
permitiría ser quienes somos en realidad. Las criaturas creativas que somos
absolutamente todos y todas.
Crear, algo que tendría que ser la materia cotidiana en las
escuelas, en las oficinas y en las casas es algo que poco a poco se declina. La
sociopolítica actual no fomenta ni desea un colectivo creativo. Más bien
requiere de una masa embotada, dócil y más bien resignada que medianamente
contenta.
Basta ver los manuales escolares o asistir a alguna clase en
cualquier universidad del planeta.
Incluso en las escuelas de Bellas Artes. El lugar donde se
podría esperar un desarrollo de la creatividad, hay un nivel bastante raso y no
existen prácticas para abrirse a la inspiración. Prácticas que por ejemplo incluyan
la meditación, ya que la
meditación es la puerta de la inspiración.
Prácticas que en algunos seminarios de Osho se realizaban. Despertaban
la creatividad hacia no solo límites insospechados sino que era algo medicinal.
Era un arte curativo. Tal como lo practicaban los aborígenes. Hace poco leí
sobre las danzas bosquimanas. Que no solo eran arte colectivo, ya que
participaba toda la tribu, sino una forma de sanar. Sus danzas duraban varios días. En los cuales se Exorcizaban
enfermedades, desequilibrios del grupo y demonios.
Hace poco tuve una experiencia con niños en mi pueblo de
Bella Vista. Durante dos semanas di unos talleres de vacaciones de invierno.
Algunos niños trajeron para mostrarme lo que hacían en la escuela. Y pude
comprobar que todavía hay muchos maestros que los incitan a copiar. O a copiar
lo que ellos hacen.
Algunos de esos niños, los primeros días, reproducían los
personajes favoritos de la televisión. O decoraban sus dibujos con banderas
(era la época del mundial de futbol).
Una niña de doce años me mostró una tela pintada “hiperrealista”. Sobre
un fondo de paño oscuro brillaban inmensas gotas de agua. Algunas gotas las
había hecho su maestra, que ella copió diligente. Esa niña cuando no tenía ningún modelo no se atrevía nunca a
dibujar o pintar nada.
Yo misma al frente de esas “clases” sentía mi propia
creatividad dormida. El jueves de la primera semana entré en crisis, luego en
casa tuve una catarsis y durante la noche durmiendo se transmutó algo muy
profundo. Mi creatividad se abrió. A la mañana siguiente noté que brincaban las
ideas para proponer a los niños. Casi todas ellas tenían la forma de pinturas
con dos fases, una primera fase individual y una segunda fase colectiva; al
finalizar se unían las piezas realizadas por cada uno y se hacía una obra conjunta.
Luego tomaba una fotografía ya que al terminar el encuentro cada uno se llevaba
su parte a casa. Al finalizar el taller de vacaciones los niños recibieron una
copia de la fotografía. La experiencia me mostró un sendero, posibilidades, conjuntamente
con los niños que fueron mis maestros. Todos pudimos aprender algo nuevo.
Cuando se trata de creatividad hay algo muy gozoso. No
solamente sanador, ya que además es placentero. La creatividad nos ha sido dada
como uno de los más exquisitos dones. Esa fuerza vital que es la misma que crea
bebés, obras de arte, soluciones, artefactos, redes de comunicación o formas
para interrelacionar con mayor armonía.
Cuando podemos abrirnos a la creatividad, a la fuerza vital,
es como si se ajustara en nosotros un propósito interno. Un designio esencial:
ser humanos, ser creativos, ser humanas, ser creativas.
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